¡Hija mía, nunca vayas con “b”!

Cuando tus hijos empiezan a acercarse a las puertas de la adolescencia, tus pensamientos –evito usar las palabras preocupaciones o temores– sobre su desarrollo varían inevitablemente. Y en este artículo no quiero hablar de las importantísimas compañías, ni de sus posibles juergas, ni de la rebeldía propia de la edad, ni de su futuro profesional -aunque aprovecho para decir que si la ilusión de alguno de mis hijos fuera ser torero o apuntarse a un reality para dar espectáculos lamentables, por decirlo de forma sutil, intentaría quitarles la venda de los ojos. Vamos, que se me pondrían los pelos de punta y por todos los medios intentaría hacer que cambiaran de idea. Porque está muy bien ir de doña Perfecta y de tolerante sin fronteras en esta vida, pero la realidad es que los progenitores –entre otras cosas- debemos guiar.

Retomando el hilo de los pensamientos, el mío hoy es el de su ortografía. Sí, porque me gusta escribir bien, porque me apasiona el lenguaje, porque me gusta leer a gente que escribe bien y porque ayer a mi hija la agregaron al grupo de whatsapp de su clase. Sí, sobre todo por está última razón. Ayer a mi hija se le abrió un mundo nuevo: el de los chats. Pienso que ayer aprendió muchas cosas, la mayoría no tienen nada que ver con el lenguaje. Lo bueno es que algunas las compartió conmigo, sí, todavía actúa con esa inocencia. Las variadas intervenciones de los integrantes del grupo no me sorprendieron por mis años de profesora de la ESO, donde las vivencias diarias con los divertidos adolescentes te van curtiendo poco a poco.

Intentaba poner cara de póquer a cada comentario que me hacía sobre el chat, para que sacara sus propias conclusiones sobre lo que escribían sus compañeros. Pero hubo algo a lo que no me pude resistir. Fue cuando uno de sus compañeros compartió un Ya boy en el chat. Afortunadamente, a mi hija le llamó la atención y yo aproveché para hacerle una reflexión sobre la importancia de aprender a escribir correctamente, de leer, de aprovechar sus años de aprendizaje, entre otras cosas. Acabé mi consejo con un ¡Hija mía, hagas lo que hagas en esta vida, nunca vayas con “b”! Espero que siempre tenga en cuenta esta recomendación.