Hasta que te encuentras con Yohan Blake

Conocer un idioma requiere un mantenimiento, igual que cuando decides cuidarte físicamente y hacer algo de ejercicio. Para que perdure en el tiempo y sea efectivo hay que ser constante y no abandonar nunca. Incluso diría que se necesita un mantenimiento+1. Esta fórmula que me acabo de sacar de la manga significa que no es suficiente conformarnos con un “yo ya sé hablar inglés” o “claro que sé hablar perfectamente el catalán, es mi lengua nativa”. Siempre debemos exigirnos un paso más, aprender algo nuevo, repasar lo olvidado, leer, escuchar activamente, “para que no se duerman mis sentidos”, como dice mi admirado Manolo García en una de sus canciones.

La relajación es uno de los peores enemigos de los idiomas. Saber un idioma requiere estar alerta ante cualquier input, no bajar la guardia, desde un punto de vista motivador. No se sabe inglés por haber estado un mes en Brighton o por haberse sacado el First Certificate hace diez años. Hay que alimentar los idiomas a diario, mediante grandes y pequeñas cosas. Podemos leer, escuchar, hablar, buscar palabras en el diccionario, incluso en el de papel (yo lo hago a menudo y, de momento, no he sido atacada por ninguno).

La dejadez en el mantenimiento de un idioma, como en cualquier otra faceta de la vida, nos pasa factura. En esto pensé cuando, en las Olimpiadas de Londres del año 2012, a una presentadora de TVE le tocó entrevistar a Yohan Blake, corredor jamaicano (el segundo, el que no es Usain Bolt, para los poco documentados como yo). Después de la primera pregunta por parte de la entrevistadora el joven atleta empezó a hablar casi tan rápido como había corrido los 100 metros y, evidentemente, en inglés jamaicano. La periodista se quedó sin palabras, totalmente lost in translation. La cara de Blake también era un poema al ver que la entrevista no fluía.

Digamos, en defensa de la pobre periodista, que quizás fue víctima de una relajación lingüística pasajera. Seguro que sabía hablar inglés correctamente, había estudiado muchos años, pero el acento del jamaicano la dejó fuera de juego en aquella ocasión. Este ejemplo me sirvió para aumentar mi motivación por los idiomas y activar el mantenimiento+1. Y confieso que, después de lo visto, he escuchado ya varias entrevistas al atleta. Por si acaso.

El aprendizaje de un idioma no termina nunca, para mí es apasionante pensar así. Es un reto que acepto a diario, me motiva y ahuyenta las telarañas mentales.

Ejercita siempre tus habilidades lingüísticas. Puedes creer que son suficientes o están intactas…hasta que te encuentras con Yohan Blake.

Una resposta a «Hasta que te encuentras con Yohan Blake»

  1. Yo viví 7 años en Finlandia, fuí a la escuela e instituto y me saqué la selectividad en Finés. Cuando volví a vivir a España mis amigas me dijeron “¡no te olvides del Finés!” En aquel momento pensé, ¿cómo me voy a olvidar si es casi mi segunda lengua materna? Al cabo de 3 años de casi no utilizarlo, volví a Finlandia de vacaciones ¿y cual fúe mi sorpresa? Había perdido acento, soltura, vocabulario…No me lo podía creer. Ahora intento de mantenerlo todo lo que puedo.

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